Status ~ Melancólica.
Música ~ Garbage.
Horario ~ Madrugada.
.Hoy dedicaré la entrada a esa pequeña ciudad en la que he pasado la mayor parte de mi vida, Miranda.
Miranda es una ciudad de unos 40.000 habitantes situada en la frontera entre la provincia de Burgos y el País Vasco, aunque pertenece a la primera mencionada. Nunca ha sido una ciudad muy entretenida, tiene lo justo, unos cuantos parques amplios, el consabido comercio de a pie y sobre todo, por sobre todo tiene bares. Siempre me he sentido muy unida a la ciudad en la que crecí, supongo que asocio Miranda a mis años de niñez y adolescencia, buenos recuerdos. Es una ciudad muy práctica, todo te pilla a mano, no necesitas el coche más que para ir a hacer la compra al supermercado (la típica compra del mes xD) o subir al hospital , y los parques y zonas de recreo son céntricos. Las calles en su gran mayoría son amplias y pese a que la organización del tráfico no va muy allá, realmente no es tan necesario teniendo en cuenta que cuenta con una población media.
El clima es bastante frío, en invierno las heladas son constantes y el aire seco y gélido te deja la piel congelada (nada que no se pueda arreglar con una buena ropa de abrigo) sin embargo es bastante más soportable que el frío costero, porque al menos no te cala en los huesos xD! debido a que no hay humedad. Los veranos tienen una temperatura media-alta, en ciertas ocasiones he tenido que utilizar chaqueta en pleno agosto para salir a la calle, pero acostumbrada desde pequeña al frío, para mí es mucho más soportable frente al calor.
En fin, es una población normal y corriente, con sus ventajas y desventajas. Es el lugar donde nací y me crié y le tengo muchísima estima. Sin embargo, una vez te haces mayor y comienzas a expandir tus horizontes, te das cuenta de los inconvenientes que le supone a una pertenecer a una localidad más bien pequeña. Miranda no es una ciudad donde alguien vaya en busca de sueños y metas, simplemente es una apacible localidad donde uno puede asentarse con su familia.
Hoy estuve hablando con un amigo respecto a nuestros planes de futuro, sábado noche, salida tranquila en un bar del Casco Viejo con un par de cervezas. De repente sentí más que nunca que Miranda para mí resultaba un pozo, un agujero negro muy grande, porque no me da opciones de futuro. Simplemente observaba a mi alrededor, las mismas caras de siempre, en los mismos locales, con la misma música. Realmente no puedo esperar nada más de mi tan querida ciudad, poque ya no tiene nada más que ofrecerme. Me removió las entrañas un increíble sentimiento de añoranza y en el mismo momento en el que lo noté, me di cuenta de que veo Miranda como parte de mi pasado. Adoro mi ciudad, pero por otra parte aborrezco el hecho de tener que ver siempre lo mismo. A veces me parece ver en los jóvenes de Miranda, sí, aquellos que se quedan trabajando y/o estudiando allá, como personas que jamás podrán ampliar sus horizontes, conocer nuevas experiencias e increíbles personas. Porque Miranda es pequeño y monótono y no puede ofrecer el valor de la experiencia a ninguna persona.
Va ser difícil deshacerme de ese espectro de melancolía y añoranza que se me solapa cada fin de semana que voy de visita. Pero cada día se acentúa más la firmeza de que quiero, sé y necesito desarrollar mi vida en muchos otros puntos del mundo que sí puedan aportarme experiencias que me hagan sentir plena.
Te quiero, Miranda.
0 comentarios:
Publicar un comentario